Tropas al mando del general nacionalista José F. Uriburu se rebelan contra el gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen y rompen por primera vez el orden institucional en Argentina. Apoyados por civiles de la derecha política, los sublevados toman la Casa de Gobierno y deponen a las autoridades civiles. Yrigoyen es confinado en la isla de Martín García mientras la policía inicia una inmensa redada contra los opositores al golpe. Mientras los detenidos son torturados en las cárceles, Uriburu comienza a implementar su plan para convertir a la Argentina en un estado corporativista inspirado en el modelo fascista. El triunfo radical en las siguientes elecciones legislativas acabó con el gobierno del golpe, que debió ceder su lugar a un régimen conservador encabezado por Agustín P. Justo, caracterizado por el fraude electoral.