Una manifestación estudiantil ocupa la Plaza de Tlatelololco en el centro de la capital mexicana. Faltaban pocos días para que se iniciaran los Juegos Olímpicos organizados en México, circunstancia que daría más visibilidad a los reclamos sociales y políticos de los estudiantes críticos a la gestión del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Se ordena al ejército que intervenga. Soldados apoyados por tanques y grupos paramilitares disparan contra unos 10.000 jóvenes que permanecen en la Plaza de Tlatelolco. Los atacantes se identifican entre sí por guantes blancos en sus manos zurdas. Al llegar la noche habían sido asesinadas 500 personas y otras 6.000 permanecían detenidas, muchas de las cuales fueron sometidas a crueles golpizas. El presidente Díaz Ordaz avala la versión de los militares sobre la presencia de hombres armados entre los manifestantes para justificar la masacre, argumento que se invalidaba por la ausencia de víctimas entre las fuerzas gubernamentales.