El 5 de enero de 1906 la ciudad de Masaya, en Nicaragua, fue sacudida por un sismo de intensidad destructiva de 5.6 en la Escala Richter, con epicentro en el Valle de la Laguna de Apoyo, y después, al atardecer del día siguiente, por otro terremoto nacido bajo sus propias entrañas de 4.7 E-4, menos destructor providencialmente por estar las fallas del subsuelo a cinco kilómetros de profundidad. En donde menos consecuencias hubo, se vio a lo menos deslizamiento de tejas, o fisuras en paredes y muros de concreto. Por la diseminación de esos daños se deduce que las fallas entraron a la ciudad por las serranías de Monimbó, de donde se ramificaron por toda la ciudad, en formas lineales, quebradas, curvas y zigzagueantes. De Monimbó a las zonas de San Juan, a las 7 Esquinas, Parque Central, San Jerónimo, Coyotepe, San Sebastián, La Reforma, Estación, Carretera, Pancasán, San Miguel, El Calvario y partes orientales.
