Un contingente de 11.000 soldados británicos respaldados por una poderosa flota al mando del general John Whitelocke desembarca en las afueras de Buenos Aires. Las milicias porteñas intentan hacerles frente pero son derrotadas en la batalla de los Corrales de Miserere. El general británico intima a las autoridades porteñas a rendirse y les da tres días de plazo. Los soldados y civiles aprovechan el ultimátum para preparar la defensa de la ciudad. El 5 de julio los británicos avanzan en 12 columnas por las calles de Buenos Aires. Encuentran a su paso barricadas en las calles y sufren los ataques de fusiles, piedras y aceite hirviendo arrojado desde azoteas y ventanas por hombres, mujeres y niños. El 7 de julio las tropas invasoras, que habían perdido la mitad de sus hombres, se ven obligadas a capitular .