El 25 de febrero de 1841 nacía, en Limoges, el pintor francés Pierre-Auguste Renoir. Su padre, un sastre, dejó la ciudad y se mudó con su familia a París, en 1844. Allí, Renoir con solo 13 años comenzó a trabajar como decorador de porcelana, y a estudiar pintura por la noche. Amigo cercano a Claude Monet, se convirtió en uno de los principales miembros del movimiento impresionista parisino. Sus primeros trabajos intentaron captar el movimiento instantáneo de la vida real, con luces y colores brillantes. Fascinado por la figura humana, él era diferente a los otros integrantes del movimiento, más interesados en paisajes. Entre sus obras maestras iniciales están: Baile en el Moulin de la Galette’ (1876) y ‘El almuerzo de los remeros’ (1881). Durante un período que pasó en Italia (1881-1882), se involucró con el trabajo de Rafael, y con la fuerza expresiva de las líneas claras y las texturas. A mediados de 1880, rompió con el impresionismo para emplear una técnica más disciplinada y formal. Más tarde, sus trabajos eran caracterizados por las reglas del clasicismo para pintar naturalezas muertas, retratos, desnudos y paisajes del sur de Francia, donde se estableció en 1907. Debido a un reumatismo, quedó postrado en una silla de ruedas en 1912, pero nunca dejó de pintar, actividad que ejerció incluso con un pincel atado a su mano. El pintor murió el 3 de diciembre de 1919 en Cagnes, Francia. El cineasta Jean Renoir era su hijo.