San Vitaliano fue Papa de la Iglesia Católica entre el 13 de agosto de 657 y el año 672. Sucedió a Eugenio I y su pontificado se caracterizó por la lucha contra el monotelismo, doctrina altomedieval que defendía la existencia de una sola voluntad y actividad en las dos naturalezas de Jesucristo (en oposición a la interpretación emanada de la Iglesia, que encontraba dos voluntades, correspondientes a sus dos naturalezas, en la segunda persona de la Santísima Trinidad). La disputa sobre esta cuestión se había exacerbado a consecuencia del edicto Typos, publicado en el 648 por el emperador bizantino Constante II Heraclio, en el que éste prohibía la discusión sobre el tema, ateniéndose al dogma oficial de la Iglesia. El edicto fue mal recibido en Oriente, donde los monotelitas tenían gran fuerza, y causó un cisma entre las ramas oriental y occidental de la Iglesia. Vitaliano se esforzó por hacer frente a la situación con diplomacia y no se enfrentó con el Emperador condenando el edicto, como le pedían sus consejeros. Gracias a esto, Constante II confirmó el nombramiento de Vitaliano y las relaciones con Bizancio fueron fluidas a partir de entonces.