El 5 de marzo de 1998 la Nasa anunciaba el hallazgo de agua en forma de hielo en los cráteres de los polos de la Luna. Los datos fueron enviados a la Tierra por el Lunar Prospector, una sonda espacial lanzada desde Cabo Cañaveral el 7 de enero de 1998. Esta nave fue enviada para continuar la investigación comenzada por la sonda Clementine, enviada a la Luna dos años atrás. La presencia de hidrógeno en el satélite de la Tierra se confirmó 11 años después, el 13 de noviembre de 2009, a partir de la información obtenida con la sonda LCROSS. Esta nave fue estrellada en un cráter del polo sur de la Luna y en el impacto se levantaron grandes cantidades de agua. Estos descubrimientos iniciaron una nueva etapa en el estudio y los viajes lunares, incluso dando lugar a la posibilidad de establecer bases en la luna. De hecho, varios países ya han puesto en marcha programas para viajar a la Luna, que se harán efectivos alrededor del año 2020.
