El presidente uruguayo Juan María Bordaberry ejecuta el 27 de junio de 1973 un golpe de estado junto a los militares de su país para instalar una dictadura cívico militar. El presidente es un confeso admirador de las dictaduras de derecha europeas y no esconde su admiración por el fascismo. Bordaberry disuelve el Congreso y lo reemplaza por un órgano de gobierno designado por el ejecutivo. Se limitan las libertades civiles y se ejecuta un severo plan económico. Fuerzas militares inician una ofensiva contra los grupos guerrilleros Tupamaros que operan en el país. La represión alcanza a organizaciones políticas y activistas de izquierda que nada tienen que ver con la lucha armada. La coordinación con fuerzas represivas de Argentina, Paraguay y Uruguay se combina con la utilización de apremios a los detenidos y la desaparición de los prisioneros políticos. La dictadura uruguaya continúa en el poder hasta el año 1985.