Un día como hoy en el año 1835 nació Elisha Gray, el hombre que podría haber sido reconocido como el inventor del teléfono si Alexander Graham Bell no hubiera corrido antes hasta la oficina de patentes. Gray era un inventor prolífico que recibió patentes para más de 70 inventos, que incluyen la impresora telegráfica, la casilla de respuesta automática del Sistema A.D.T., y el indicador de agujas. No obstante, entre esos inventos patentados, falta uno: el teléfono. Tan sólo horas antes de que Gray lo advirtiera, su compañero inventor Bell había presentado su solicitud para una patente del teléfono, llamada ‘Mejoras en la Telegrafía’. Bell obtuvo la quinta entrada del día, Gray obtuvo la número 39. Pero Gray no se rindió fácilmente, y se inició una larga juicio por patente entre Bell Telephone Company y la empresa Western Union Telegraph Company. Finalmente, Bell ganó. Sin embargo, la pobre coordinación de Gray no empañó su reputación profesional y continuó con sus inventos, además de sus enseñanzas en Oberlin, con aprecio. Falleció en Newtonville, Massachusetts en 1901. Entre sus pertenencias se descubrió una nota que insinuaba la decepción que pudo haber sentido al perder la batalla para obtener la patente del teléfono. Decía: ‘La historia del teléfono nunca estará completamente escrita… Parte de ella está oculta… y la otra parte se encuentra en los corazones y la conciencia de aquellos cuyos labios están sellados; algunos porque están muertos y otros por un broche de oro cuya adherencia es aún más fuerte’.