El ozono (O3) es un gas que protege a la Tierra de las peligrosas radiaciones ultravioletas del Sol. Su presencia en las capas altas de la atmósfera constituye un poderoso filtro que defiende la vida del planeta de estas agresivas radiaciones que son, por ejemplo, las que producen quemaduras cuando hay una exposición prolongada al Sol. Hace años comenzó la producción y utilización masiva de gases artificiales como los CFC (que contienen cloro) que resultaban muy útiles en neveras, pulverizadores y aparatos de aire acondicionado. En 1974 se descubrió que estos gases actuaban directamente contra el ozono transformándolo en otros compuestos y dejando a la Tierra sin su filtro de protección. Esto se hizo muy evidente cuando en 1985 se descubrió desde el espacio el agujero de ozono , una enorme zona de la atmósfera situada sobre la Antártida en la que la capa de ozono apenas existía, y que amenazaba con extenderse. La conservación de la capa de ozono se ha convertido en una de las prioridades ambientales a escala mundial. Por este motivo, el 16 de septiembre de 1994 la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó esa fecha como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono. Ese día se conmemora el día en que, en 1987, se firmó el Protocolo de Montreal, el primer gran acuerdo mundial sobre un tema medioambiental y, hasta la fecha, uno de los más eficaces. En este acuerdo los países firmantes se comprometieron a reducir rápidamente la producción de gases artificiales que dañasen la capa de ozono.