El conquistador español Francisco Pizarro se adentra en territorio inca junto a 168 soldados. La guerra civil entre Atahualpa y Huascar por la sucesión del reino inca debilita a las fuerzas nativas, que pronto comienzan a buscar el favor de Pizarro para imponerse en la disputa. Atahualpa, ya ungido como rey, invita a Pizarro a su palacio en Cajamarca. El conquistador acude a la cita y toma prisionero al líder inca. Luego le exige un rescate equivalente a una habitación repleta de metales preciosos y gemas. Aunque se traen riquezas de todos los rincones del imperio, el conquistador decide asesinar a Atahualpa el 24 de junio de 1533. Con ese acto el reino español provoca la anarquía dentro del imperio inca y le resta toda posibilidad de enfrentar el avance español.