Un día como hoy, en el año 1916, el ruso Grigori Yefímovich Rasputín era asesinado por un grupo de nobles en el palacio Yusúpov. También conocido como “el Monje Loco”, Rasputín era afamado por mostrar habilidades de sanación mediante el rezo. Por ese motivo fue llamado al palacio de los zares: el hijo único del zar Nicolás II y la zarina Alejandra padecía de hemofilia, y Rasputín se presentó para detener una fuerte hemorragia que estaba sufriendo. Ante la mejora del heredero Alexéi Nikoláievich, el Monje Loco se ganó el favor de toda la familia Romanov, especialmente de Alejandra. Como consecuencia, cuando Nicolás II se marchó para dirigir las fuerzas rusas en la Primera Guerra mundial, Rasputín se hizo cargo del gobierno de Rusia a través de la zarina. Sin embargo, no todos habían caído bajo el encantamiento de Rasputín. Descontentos con el estado crítico en que la monarquía se encontraba, un grupo de nobles lo atrajeron al palacio Yusúpov con el plan de envenenarlo. Cuando se hizo evidente que las grandes dosis de veneno colocadas en su vino y comida no habían surtido ningún efecto, le dispararon a quemarropa y se desplomó. Se levantó poco después, golpeó a uno de sus agresores e intentó escapar por los jardines del palacio, donde le dispararon otra vez. Aún con vida, fue atado y arrojado a un río helado. Unos meses más tarde, el régimen imperial fue derrocado por la Revolución Rusa.